La Edad de
Piedra desembocó en la Edad de los Metales tras la Revolución Neolítica. Esta
revolución comportó cambios radicales en la tecnología agraria, que llevaron al
desarrollo de la agricultura, la domesticación animal y los asentamientos
permanentes. La combinación de estos factores posibilitó el desarrollo de la
fundición de cobre y más tarde bronce. Esta corriente tecnológica empezó en el
Creciente fértil, desde donde se difundió. Los descubrimientos no tenían, y
todavía no tienen, carácter universal. El sistema de las tres edades no
describe con precisión la historia de la tecnología de los grupos ajenos a
Eurasia, y no puede aplicarse en algunas poblaciones aisladas como los
sentinelese, los Spinifex y ciertas tribus amazónicas, que todavía emplean la
tecnología de la Edad de Piedra
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